lunes, 23 de agosto de 2010

Donde nadie se ha atrevido a entrar.

¿Qué estabas haciendo ahí?

De repente: apareces.
Empieza todo a enrojecer.
Con los ojos cerrados intentabas mirar(me).
Al final lo conseguiste y ya no pude negarte

Yo debería haber afinado mejor la puntería.
Aunque ya era demasiado tarde y empezabas a acariciar(me).
Después pasabas por mi lado decidiendo mantenerte muy lejos.
No hablamos, huimos sin saber lo que estaba bien o mal.

Sonriendo siempre a tu manera.
Fue difícil aprender a no estar contigo. A veces, pasa.
Pero no soportabas vivir a más de unos milímetros de mí.
Milímetros que al mismo tiempo tú, conseguiste marcar(me).

Inevitablemente avanzabas por tu propio camino.
Ni siquiera veías las piedrecitas invisibles que te dejaba yo en el mío.
O si las veías...no las recogías.
Sin embargo, no dejabas de buscar(me).

Fuiste inteligente invadiendo mi espacio vital hasta hacerme rabiar.
Suerte que las escusas nunca fueron tu fuerte.
Seguías sin decir nada, jamás pensaste que fuera necesario.
Así que, preferiste pensar que el camino más fácil era besar(me).

Eras como un bicho raro:
No querías venir ni tampoco irte.
No querías estar ni quedarte.
Cuando no te quería yo, tú querías querer(me).

Ya no sabías lo que era, ni como llamarlo.
Pero...para qué negarlo.


Ahora se está haciendo tarde, ya está llegando el frío.
Mi corazón dictó sentencia.
Mientras, vuelves a tu habitual manía de alejarte.
Con tu inconfundible forma de abrazar(me).

Aún intentando ordenar las palabras,
Fui demasiado cobarde para preguntarte:
“Se puede saber...¿Qué esperas?”.
Es algo que llevo dentro.

Se acabó el atardecer.
No existe la solución.
Ahora ha quedado todo atrás.
Y mírame.

Yo tampoco sé que era, ni como llamarlo.
Pero...para qué negarlo.



Every move you make
Every single day.

No hay comentarios: