viernes, 23 de noviembre de 2018

Transversal.



Me cuesta mucho encontrar a alguien. Creo que por dos motivos bastante claros: ha habido momentos en los que no he estado preparada internamente para tener una relación y otros en los que sí que lo he estado, las circunstancias de la vida no me han llevado a conocer a la persona con la que yo creía que podía complementarme.

Soy una chica muy peculiar para las relaciones, simplemente porque para mí hay valores que la otra persona debe tener y principios que se deben compartir, uno de los básicos es el de la libertad individual porque no, no somos uno. Además de todo lo anterior, debemos añadir esa serie de factores irrefrenables como la atracción, la química o el poder de reírse juntos a carcajadas.

Entonces, encontrar a una persona con la que quieras compartir tus inquietudes, tus viajes, tu tiempo, tu casa, tu familia, tus luchas internas, tus pasados, tus futuros y en definitiva tu espacio vital…es algo muy valioso y en cierto modo lo considero como una especie de inversión.

Y para mí, tomar el riesgo de invertir a largo plazo sin intereses…me parece de lo más complicado.


“Sé cuánto tiempo tarda en amanecer, pero no cuánto un sentimiento en renacer”
-Brock Ansiolitico-

martes, 20 de noviembre de 2018

Nunca se sabe.

Creo que vivimos en un mundo frívolo a la par que maravilloso en el que debemos vivir las experiencias que nos rodean con los ojos muy abiertos.  Es una de las miles de cosas que aprendí en mis 4 meses viajando por Asia: apreciar el mundo aprovechando al máximo nuestros cinco sentidos. Sin olvidarnos de añadirle todas nuestras emociones: oler de verdad, escuchar con interés, probar diferentes sabores con intensidad, abrazar cada día o apreciar cómo cada rincón del mundo por minúsculo que sea puede llegar a ser para ti un paraíso, porque al final todo depende de los ojos con los que se mire. Estas vivencias nos llevan a entender el porqué del otro, a ponernos en la piel de los demás, a valorar cada momento y nos harán también adquirir una visión más amplia y concienciada del mundo que nos rodea.

Es cierto que si hay algo inquietante en nuestro día a día es el factor sorpresa que nos rodea, porque nunca sabes a ciencia cierta qué va a pasar después. A veces, es un componente que juega a nuestro favor ya que nos da adrenalina y nos impulsa a seguir luchando por el mañana. Otras, nos provoca miedo, aprensión o desconfianza.  Y es que nunca se sabe qué puede pasar. Nunca se sabe.

Sin embargo, hay algo en lo que no paro de reflexionar últimamente ya que hasta ahora no me había parado a analizar con detalle y es que uno de esos “enigmas vitales” es QUIEN puede llegar a inspirarte en tu día a día. Tendemos a pensar que un “referente” o alguien que nos “inspira” debe ser un cantante famoso, un pintor internacionalmente conocido, un premio Nobel de la paz, etc.

Pero, ¿Te has preguntado alguna vez quién te inspira realmente en tu día a día? ¿Quién te cambia la visión de las cosas? ¿Quién te hace pensar o querer aprender más a fondo sobre un tema del que no tenías ni idea? Interesarte sobre el medio ambiente, el Marxismo, el feminismo, la poesía, la lucha por la visibilidad LGTBI y la diversidad de género, etc…

Te diré algo, mi mayor referente he sido yo misma porque el día en el que decidí abrirme al mundo, empecé a encontrar referentes en cada esquina, a eso me refiero cuando digo que todo empezó por mí. Cuando la curiosidad por saber las razones de todo lo que pasaba a mi alrededor llamó a mi puerta, empecé a descubrir un paraíso de personas en las que consigo inspirarme diariamente. Mi madre y su valentía cada día, mi padre y su vida de cambio de roles constante, mi mejor amiga y que su forma de ver el mundo y la mía se complementen, descubrir a un fotógrafo francés por casualidad en una galería de Vietnam y que esas fotos vayan a acompañarme para siempre, una socióloga que me hace querer estudiar más a fondo sobre la sociedad machista en la que hemos vivido y de la que intentamos aún salir, un deportista que me muestra su esfuerzo de superación diaria y las horas de entreno que hay detrás de cada competición, una escritora de mi edad que consigue tocarme muy a fondo y también que ahora me apasionen los recitales en directo, mi hermana y su dedicación innata por “curar” a los demás, esa monitora de buceo que en Tailandia me descubre un mundo nuevo debajo del agua, los documentales que me hacen ser más crítica o cada canción que consigo hacer mía y que acaba perteneciendo a un momento y a un lugar.


Al fin y al cabo, de todas las personas que habitan en mi, hay algunas que yo ni conozco.

Nunca se sabe todas las que me quedan aún por hallar, por leer, por escuchar, por amar... 
Lo que sí sé es que quiero quedarme para descubrirlas.



“Nunca se sabe qué encontrará uno tras una puerta. Quizá en eso consiste la vida: en girar pomos” 
– Albert Espinosa.

El nexo entre tú y yo.


Vuelvo a tenerte entre mis dedos, te retomo como siempre hacía: de noche y en la cama. Han pasado varios años sin echarte de menos o más bien diría sin necesitarte como lo vuelvo a hacer ahora. Qué curioso porque sin motivo, hoy decido rescatarte.

La última vez que pasé por aquí tenía unos veintitantos y vivía en plena etapa universitaria con muchas ganas de expresar ya por aquel entonces todo lo que me estaba pasando.

Hoy vuelvo a ti, escritura. Regreso al lugar donde mejor puedo exteriorizar ese yo que nadie conoce, donde escribo todo lo que normalmente no consigo explicar con palabras.
La habitación ya no es la misma, ni la ciudad, ni tan siquiera mi edad. Yo tampoco lo soy, pero aún recuerdo con ternura aquella época en la que escribía siempre que me apetecía para enfrentarme así a mí misma cada noche y es que nunca conseguía irme a dormir hasta que no sacaba todo lo que quería decir en ese momento. Creo que esa sigue siendo mi esencia, la parte de mí que aún queda a pesar de los años, de las vivencias, de los cambios y esa es la principal razón por la cual vuelvo a escribir: por retomar mi recorrido interior nocturno que acaba plasmado en palabras.

Quizás es el pasar más tiempo conmigo misma, el sentimiento de volver a ordenar pensamientos o incluso a desordenarlos lo que me ha hecho recordar que para mí escribir es lo que una cuerda para una guitarra, y que en realidad nunca me había ido. No hay más que observar todas las anotaciones que aún conservo en el móvil con adjetivos que describen emociones y momentos puntuales de mi vida, mis diarios de viaje a los que más bien podría llamar “esquemas” ya que nunca terminé redactando y por no hablar de mis blogs a medio acabar (este puede ser otro de ellos).

He vuelto y no sé si será para una semana, un mes o quizá para siempre porque escribir para ti misma al final no deja de ser más que la inverosímil libertad de elegir cuándo, dónde y por (ti).
Además, echo de menos acabar cada entrada con una canción o cita significativa relacionada con lo escrito anteriormente, bueno... a veces ni siquiera tiene nada que ver.

“Me pinto a mí misma porque soy a quien mejor conozco” Frida Kahlo.