Escéptica,
cierro los ojos imaginando volar sobre la arena.
Acompañada
de una mano que me busca y que equilibra mis vaivenes,
que
me levanta o me empuja a volar en libertad.
Nunca
me había sentido tan libre, ni si quiera cuando estaba sola.
Pero
ahora veo el mar en sus ojos. Y encuentro la paz en sus brazos.
Las
canciones cobran sentido, las miradas reman en la misma dirección.
Los
días, a veces, siguen siendo cimas de montañas complicadas de ascender, aunque
ya no tengo miedo de subirlas, ni de bajarlas, ni si quiera de escalarlas…
Es
cierto que nadie saber ver venir el temporal, pero tu fragor corporal me ayuda
a resistir.
Viajamos
alrededor del mundo y me cuentas tus experiencias antes de mí mientras
escribimos nuestro propio cuaderno de bitácoras.
Sabes
decir que no cuando algo te disgusta.
Y
tu sonrisa ilumina la ciudad.
Sigo
sin soltarte de la mano...
Me
resigno a abrir los ojos y que todo sólo haya sido un espejismo.
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