Érica sabe que ahora no puede bajar la guardia, porque si lo hace habrá mil nadadores que tengan mejor marca que ella y no podrá clasificarse para el Europeo. Una décima de segundo puede ser decisiva: entrar o no en la competición, ganar o no una medalla de oro,plata o bronce.
No hay más misterio que entrenar, superarse y no rendirse nunca. Érica lleva desde los 15 años en un centro de alto rendimiento en Barcelona, separada de sus amigos y familia, dedicándose únicamente a entrenar y competir. Ella misma admite que ha querido tirar la toalla miles de veces, y siempre se pregunta si todo el sufrimiento merece la pena aunque para ello es también un requisito importante tener una buena preparación psicológica. Ella es consciente que con la natación no tiene la vida solucionada porque económicamente no gana demasiado ya que es un deporte que mediáticamente no está muy valorado, por ello también estudia psicología en sus ratos libres.
Por otro lado, reconoce que es buena en esto, obvio, ya que es una de las mejores marcas de España y tiene claro que después de todos estos años luchando para llegar a ser la mejor ahora no puede darse por vencida. La clave de este deporte es la superación acompañada de la dura preparación diaria.
Esta es la única forma por la que Érica ha logrado ser la mejor nadadora española en los Europeos de Budapest 2010, consiguiendo una medalla de bronce y teniendo claro que este deporte funciona así: “son muchos días de sufrimiento, agotamiento y dolor pero una vez que tocas la pared y ves que has quedado tercera, se te olvida todo...es entonces cuando te das cuenta de que toda la lucha ha merecido la pena”
Érica ya piensa en preparse para las Olimpiadas de Londres 2012 y empieza a plantearse su retirada justo después. Es joven, por eso tiene claro que la natación sólo va a formar una pequeña parte de su vida y cuando considere que es el momento se apartará de ella para comenzar una nueva vida.
Hay miles de nadadores entrenando día a día para conseguir una buena marca, pero muy pocos llegan a obtener el premio simbólico que da recompensa a todo ese esfuerzo, como es el de una medalla.
David tiene 29 años, desde pequeño quería ser policía pero el destino le tenía preparado algo mucho mejor. Se dedicaba en sus ratos libres a jugar al fútbol en un equipo del pueblo hasta que un día un golpe de suerte llamó a su puerta: uno de los representantes de la cantera del F.C Barcelona le vio jugar y le hizo una oferta que fue imposible de rechazar.
Ahí empezó su vida como profesional de este deporte. David tenía 15 años cuando tuvo que mudarse a Barcelona para incorporarse al equipo filial junto con más de 20 compañeros que tenían su misma edad. Entrenaba 2 horas al día con descanso los fines de semana que a la vez aprovechaba para volver a su pueblo y visitar a la familia. Día a día, David se encontraba mejor físicamente así que en unos años ascendería de categoría incorporándose al primer equipo.
Estaba muy contento con sus compañeros, con el entrenador y con el campo ya que cada vez hacía mejor su trabajo y conseguía tener más minutos en los partidos. Además, sabía que su vida estaba solucionada, pues ya no tendría problemas económicos debido a las increíbles cantidades que son ingresadas en primera y segunda división de este gran deporte. Al mismo tiempo empezaron a lloverle ofertas de anuncios publicitarios y él aunque es un chico muy humilde, se sentía muy a gusto en este mundillo, el cual lograba complementar con su profesión.
A sus 29 años y después de un largo período en primera división, ya ha ganado junto a sus compañeros de equipo: 3 ligas, 2 copas de Europa y recientemente la copa del Mundo con la selección Española.
Es consciente de que en un par de años deberá retirarse de primera división, pero tiene muy claro que su vida es el fútbol y que de una manera u otra intentará estar vinculado a él. Sabe que después de su retirada ya no tendrá que viajar tanto y sus compromisos profesionales serán menos elevados. Por tanto, podrá dedicarse a su familia,hobbys y demás.
Dos deportes altamente condicionados por el nivel mediático al que están sometidos. El fútbol, como todos sabemos es el deporte estrella más valorado y conocido tanto en el ámbito económico como deportivo. Obtiene el máximo de audiencias en televisión con cada partido que se retransmite, sin dejar de lado cómo se levanta todo un país cuando juega su selección. Por no hablar del baloncesto, tenis o la fórmula 1. Son como todos sabemos: deportes de masas. Pero, ¿dónde quedan el resto de deportes? Deportes como la natación, uno de los más duros en el que los deportistas entrenan siendo conscientes de que será un nadador de mil el que quizás llegue a lo mas alto. ¿Dónde quedan el balonmano, voleibol o badminton? O esos deportes como el ciclismo o atletismo en los que sólo se reconoce el mérito a los que ganan una medalla o consiguen un podium. Detrás de cada ganador hay un equipo de profesionales que han hecho posible esa victoria, con esto quiero decir que al igual que se le reconoce su trabajo a un entrenador de fútbol o de baloncesto cuando el equipo gana, ¿por qué no debería premiarse también el trabajo de los entrenadores de Érica y Alberto Contador? Del mismo modo, parece clara la existencia de un gran desequilibrio entre la remuneración económica que reciben los deportistas de un deporte y otro (no ajustándose de ninguna manera a quien trabaja más o menos). Todos sabemos la fortuna que gana un jugador de fútbol de primera o de segunda división, mientras que en natación y en otros muchos deportes, el sueldo es muy bajo incluso compitiendo en categorías de élite.